Memorias
de antes de nacer:
Aquí se está calentito, la verdad.
Uy, perdón,
vayamos por partes: estoy en un útero.
Y soy un niño tan pequeño que aún no
he nacido.
Pero aún antes
de nacer tengo una historia y creo que no está mal. Yo diría incluso que tengo
mucha más historia, mucho antes de ésta.
Papá era cobarde
y la voz suave de mamá dice que papá, antes de hacerlo con ella y concebirme a
mí, antes de que viniera la cigüeña, estuvo con una puta. Papá estaba casado
con mamá por la Iglesia, pero creo que eso no le importó mucho. Y contrajo una
enfermedad que se llama gonorrea.
La gonorrea es
una enfermedad de transmisión sexual provocada por la bacteria Neisseria gonorrhoeae o gonococo según
la Wikipedia.
La Wikipedia es
una enciclopedia de internet que aún no existe, pero existirá unos cuantos años
después de que yo haya nacido.
En estos días,
mientras yo aguardo acogido en un vientre repleto de comodidades, mi mamá y mi
papá se contentan con leer la Gran Enciclopedia Larousse, que no está mal para
los tiempos que corren, aunque se quedará desfasada, ya lo verán. Yugoslavia ya
no será lo que es.
Pero volvamos a
la gonorrea. A mí el nombre me recuerda a Sodoma y Gomorra, y lo de gonococo me
suena a comecocos. Bueno, aún no, claro.
Comecocos… waka,
waka, waka.
La gonorrea en
el feto –y desgraciadamente yo soy uno de ésos, un feto– puede causar ceguera durante
el parto y la muerte o aborto durante el embarazo, supongo que si entonces
causara ceguera, no sería muy importante…
Pero la verdad
es que yo aquí no sé si veo nada. Bueno, seamos sinceros, tampoco puedo tener
pensamientos conscientes, articular lenguaje y ni mucho menos relatar
historias, ¿qué se han creído ustedes?
¡Si ni siquiera
sé cuántos soy! Por lo que a mí respecta yo podría ser gemelos o trillizos, u
octillizos como los de Apu.
Apu es el
tendero indio –de la India– de Los Simpsons, una serie de dibujos cuyas
primeras diez temporadas son magistrales. La verdad es que la serie tampoco
existe aún pero no le queda tanto como a la Wikipedia.
Regresando al
interior del vientre materno nos volvemos a encontrar conmigo. Y yo tengo
miedito, porque puedo morir. Y mamá sabe que el embarazo no va bien, lo supo
desde el primer momento. No sabe por qué lo sabe. Pero sabe que lo sabe, porque
es una madre, ha tenido más hijos y, sobre todo, ha prestado atención a lo
esencial. Y ha interrogado a papá porque se hizo pruebas y el médico se lo dijo,
le dijo: “tiene usted gonorrea”. Porque cuando yo estaba por nacer aún se
llamaba a la gente de usted en el ambulatorio independientemente de la edad que
uno tuviera. Esperen, ¿qué estaba diciendo? Ah, sí, que tengo miedo.
Y mamá también
tiene miedo.
Y papá le dijo
que la habría cogido en la ducha –hablo de la enfermedad–. Y mamá pensó que
“este hombre es tonto”. Luego pensó “y lo peor es que cree que yo soy tonta,
aunque lo peor es que eso no es ni mucho menos lo peor, ojalá”.
Y a pesar de que
aquí se esté calentito, el cuerpo de mamá quiere expulsarme. Quiere enviarme
ahí fuera muerto… Porque éste no es un buen año para nacer de veinticinco
semanas. Uno se muere sin remedio. Cuando haya móviles con internet y libros
electrónicos dará igual, pero ahora no. Uno se muere. Y, porque no puedo, pero
si no, diría que no quiero morir. Aunque, ahora que lo pienso, ¿seguro que el
cuerpo de mamá quiere desprenderse de mí? ¿Y no será al contrario? ¿No será que
su cuerpo y su corazón y su amor y su mente son como una misma cosa que está
desafiando a la enfermedad? Porque yo soy una manifestación de la realidad o
algo así, y, ¡eh, estoy aquí dentro!
Pero si logro
nacer seré –probablemente– ciego. De ser así no sabré qué son los colores y la
gente me preguntará qué veo y yo les diré cualquier cosa porque no sabré qué
dicen. Y ellos me preguntarán si veo negro y yo les diré que “estaría bien eso
de ver el color negro pero es que no lo entiendo”, “pero tienes que ver algo”, ésa es la gente.
La gente es un
poco lenta –o rápida en exceso– cuando hay demasiada junta.
Pero voy a
morir. Así que no va a pasar nada de eso.
No lo digo por
decir, lo dicen los médicos. Esto es lo que se llama un argumento de autoridad.
Mi papá es un
irresponsable. Mamá ha aprendido que siempre lo fue, pero antes, aunque él
hacía las mismas cosas, ella no era capaz de verlo. Me pregunto… si vivo,
¿lograré detectar esa clase de cosas en los demás y en mí mismo? La verdad es
que en este preciso momento no sé qué implican, pero suena importante.
De repente me
calmo. Mi madre está recordando sus propias fuerzas. Porque ella siempre lucha,
porque ella siempre supera, porque ella siempre vence, porque ella siempre ha
podido con todo. Porque siempre ha hecho lo que tenía que hacer, hasta sus
últimas consecuencias y si no, ha sabido rectificar. Y ella sabe que me quiere.
Y que esta vez tampoco se va a rendir. Luchará por mí, siempre. Aunque papá
dice que sus hijos no tienen ningún problema. Pero mamá sabe lo que hay. Y
lucha. Creo que no podría luchar si mintiera como papá, aunque eso es demasiado
complicado…
Siento hablar
tan apresuradamente, pero es que hay bastante movimiento fuera de aquí: mamá
lleva unas horas sufriendo un dolor insoportable en un hospital, los médicos le
dicen que está abortando. Papá no está. A mí el tiempo se me pasa volando. Tal
vez porque no comprendo nada.
Y ahora saldré.
Vivo o muerto. Como en los carteles de esas pelis del oeste en los que aparece
un tío feo con bigote y muchos símbolos del dólar.
Será como jugar a
cara o cruz, supongo. A simple vista podría parecer que no estoy en lo que
podríamos llamar una posición favorable, sin embargo tengo la energía y la
valentía de mi madre de mi lado, reproduciéndose en mi corazón.
No es soberbia
pero yo apostaría por mí mismo.
Si pierdo
tampoco me voy a enterar…
Bueno, ni si
gano.
Pero entonces me
reiré y seré un milagro.
Y un día veré
las series que me gustan en una televisión de ésas de pantalla plana súper
grandes. Y comeré nocilla. Y haré otras cosas que no sonarán tan triviales,
claro. Pero también podré hacer cosas de las llamadas “triviales” y eso tiene
su valor.
Y un día hasta
puede que llegue a cuestionármelo Todo.
Quizás mientras
como nocilla.