“The distinction between past, present and future is
only a stubbornly persistent illusion”.
ALBERT EINSTEIN.
El
reloj de arena:
–¿Quién eres?
–preguntó una voz entre dulce y chillona que atravesaba las tinieblas como luz
espectral.
Elevó la vista.
Una muñeca de trapo le miraba –si acaso podía aquélla ver con los dos botones
negros que eran sus ojos– sentada ante él que, encadenado, hacía una eternidad
había desistido en liberarse de los grilletes que le retenían mientras el metal
rechinaba obstinado su negación. Sentía un dolor en los omóplatos que le
trepaba por el cuello, que danzaba en sus sienes, que barría sus pensamientos.
Unos vestigios de hueso cubiertos de sangre asomaban en su espalda, relatos de
plumas negras que ya no poseía.
“¿Quién soy?”, se
preguntó, pero tenía que responder en voz alta:
–No hay memoria
de la que rescatar nombre alguno –dijo el ángel sin alas, no sin esfuerzo.
–No preciso de
tu nombre, sólo de tu poder. ¿Portales? –preguntó como si esa sola palabra
hubiera de activar un resorte en su mente.
–Eso creo…
–respondió él dubitativo.
–Los nombres
nunca me han servido de mucho: son confusos –le aseguró ella–, la realidad, en
cambio, es algo revelador, ¿no crees?
Él exhaló
prudencia en su silencio y no respondió, aunque estaba de acuerdo por el
momento.
La muñeca de
trapo se irguió de un brinco, no mediría más de cuarenta centímetros y, arrastrando
costuras deshechas con una extraña presteza descoordinada, caminaba hacia una
palanca empotrada contra la pared de piedra al tiempo que le decía:
–He venido para
hacerte una petición: abrir un portal puesto que eres el único ente capaz de
hacerlo. Si lo haces, te liberaré. Ayúdame o continúa con tu emocionante
eternidad en esta prisión –sus ojos de botones quizás se mostraban impacientes,
pero era difícil saberlo.
–¿Qué deseas? –inquirió
el ángel tratando de mantener la cabeza erguida sobre el dolor.
–Instaurar el Tiempo
–respondió la muñeca de trapo mientras apoyaba su mano en la palanca, dejándola
descansar allí, expectante, jugando a cerrar ese ensayo de pulgar que tenía.
–¿El Tiempo? –el
ángel sin alas luchó por comprender el concepto, rescatarlo de entre las
grietas y abismos de la mente, donde se guarecían lo impensado y lo inexistente,
a salvo del torrente del ser.
–Robaré el Ahora
y me lo quedaré. Y luego alguien lo codiciará –apuntó la muñeca.
–Pocas cosas hay
tan vulgares como lo que puede ser adquirido.
–Grandilocuentes
palabras para un traidor –dijo ella con voz estridente, casi desaparecida la
dulzura en su tono–. ¿No fuiste tú quien liberó la Verdad?
El ángel sin
alas más que agachar la cabeza la dejó caer, muy cansado, derrumbándose con
todo el peso de su cuerpo aplastado por el arrepentimiento, con los brazos en
alto aún sujetos por cadenas tomadas por la herrumbre. Creía que haría la
realidad más sencilla, creía que daría esperanzas. Pero todo fue
malinterpretado, y demasiadas cosas fueron engendradas por la recién nacida ignorancia.
Se sentía flaquear, colgado allí, mientras sus pies rozaban a duras penas el
suelo frío y lleno de manchas de sangre. Fue un error, pero saberlo no le
suponía ningún consuelo.
La muñeca de
trapo siguió hablando:
–Seré la señora
del Tiempo –dijo.
–No se puede intercambiar
el Ahora.
–Te falta
imaginación –le advirtió ella accionando la palanca– cuando haya Tiempo, el
Ahora pasará inadvertido y será, por ello, deseado.
Él cayó al
suelo, de hinojos, moviendo los miembros amputados que eran ahora sus alas en
un vano gesto reflejo. Los muñones sanguinolentos punzaban, como si fueran
puertas a través de las cuales el dolor del mundo se introdujera en su interior,
un vacío de tormento físico. Trataba de ignorar aquel sufrimiento lacerante sondando
su memoria. No recordaba nada a excepción de la vaga presencia de una traición
por él perpetrada que a duras penas comprendía. ¿Estaba siendo castigado? ¿Era
su incapacidad para recordar el castigo la eternidad, los grilletes…?
No entendía
nada.
–En marcha –dijo
la suave voz de la muñeca de trapo, sacándole de ese ensimismamiento al que se
había entregado, tan farragoso como inconcluso.
Ella le señaló
unas inmensas puertas de cobre labrado con motivos incomprensibles, figuras que
de alguna forma era incapaz de interpretar pese a intuir que le eran
familiares. Tal vez le advertían de la importancia de la condena que debía
cumplir, pero ni siquiera ese pensamiento consiguió despertar sensación alguna
en él.
Apoyó ambas
palmas en las hojas. Hizo fuerza, mucha, aunque no gruñía ni sentía resistencia
alguna, sólo el dolor fundiéndose con las puertas cediendo y abriéndose.
La muñeca de
trapo echó un vistazo al exterior, parecía intranquila. El ángel sin alas contempló
a su vez lo que a allí fuera había: ante él se extendía una pequeña aurora
boreal que jugaba con las perspectivas, brillando sobre una plataforma de
piedra. Más allá sólo quedaba la más pura nada, no merecía la pena intentar
imaginársela.
–Responde –dijo
el ángel–, ¿cómo has llegado tú aquí?
–De la única
forma posible: con una pluma de fénix. Deducirás ahora que no puedo escapar de
tu prisión sin ti –le contestó con una sonrisa traviesa mientras él intentaba
disimular su sorpresa–, como comprenderás no tengo más plumas –dijo ella con
una falsa modestia que le resultaba de lo más divertida.
–No puedes
escapar y no obstante has venido, y… ¿has tratado de engañarme? –dudó él.
–Ha sido
arriesgado, Constructor de portales, no acababa de entusiasmarme la posibilidad
de pasar mi eternidad con un desconocido, pero necesito instaurar el Tiempo y
supongo que tú desearás tu libertad. Estoy siendo sincera contigo. Además, tú
eres el único que abre portales entre los mundos y yo he traído esto –la muñeca
de trapo señaló una cremallera que tenía en el pecho y se lo quedó mirando. Él alzó
su pequeño cuerpo con una mano y con la otra abrió la cremallera y extrajo de
ella una especie de canica púrpura y coruscante que puso en el suelo–. Sé que hay
un lugar al cual no puedes acceder libremente –continuó la muñeca–, no obstante
con este objeto llegaremos a nuestro destino. Me ha costado eones de ese tiempo
que no existe dar con él.
–Tú me necesitas
tanto como yo a ti, ahora estás atrapada –atajó él.
–¿Vas a hacerme
creer que pudiendo escapar de la eternidad aquí harías otra elección? –replicó
ella altanera–. Abre un portal, ángel sin alas, encima de la esfera.
Él así lo hizo.
Realizó unos
movimientos con los brazos mientras la piel sobre sus omóplatos se retorcía y
se ahogaba bajo el sufrimiento. El silencio se rompió con un chispazo
quebradizo, fluctuaba acuoso como el color bermellón del portal recién creado, sobre
la plataforma que ahora conectaba dos realidades distintas.
–Entremos
–ordenó la muñeca de trapo.
Cruzaron el
portal.
Era cálido.
Aparecieron en
un pequeño terreno que se transformaba por completo a cada paso que uno de los
dos daba, sin embargo todo era tan borroso que apenas se distinguía qué era
qué.
Pero lo que sin
ninguna duda estaba ahí de forma constante era un enorme reloj de arena vacío y
una oxidada manivela a su lado.
–Éste es nuestro
destino: el cementerio de la oposición. Donde descansan inertes los conceptos
creados e increados. Pondré en marcha el Reloj del Tiempo y lo llenaré de arena
muerta –dijo señalándose otra cremallera. En esta ocasión la abrió ella misma y
extrajo un saco pequeño, aunque entre sus manos parecía un pesado fardo–. Has
cumplido el pacto y ahora quedas liberado –dijo la muñeca de trapo–, cuando el
Tiempo cobre vida no necesitaré que estés aquí para marcharme y tú puedes crear
un portal unidireccional desde aquí –le dijo la muñeca de trapo echándose a
caminar mientras una sucesión de mundos se engullían unos a otros a su
alrededor.
Él estaba
pensando, intentando comprender lo que estaba ocurriendo, intentando comprender
las implicaciones que todo podría tener más allá del desconcierto. Y a pesar de
sus esfuerzos el concepto surgió de pronto, cristalino, brotando de los
fértiles terrenos de la inspiración, y el ángel sin alas sintió que esta vez –y
ya que estaba ahí y tenía la oportunidad– debía hacer algo.
–Espera –dijo
él, ella se volvió–, ¿el Tiempo no es esa encrucijada inexistente que queda
entre la memoria y el cambio, ésa que devalúa la eternidad del Ahora?
–Cuando las
criaturas transiten por esa encrucijada el Ahora tendrá un precio, sí –convino
la muñeca de trapo–. No eres tan estúpido como parecías a simple vista –afirmó
admirada mientras giraba la manivela con lo que tal vez fuera esfuerzo y el
reloj comenzaba a emitir un ruido desagradable.
Él pensó que
aquel reloj de arena vacío era más cierto que todas las mentiras encerradas en
cada grano de esa arena muerta que debía recibir.
El ángel sin
alas cogió a la muñeca de trapo y le arrebató el saco, y lo tiró al portal
abierto a la prisión, por el que habían venido, para sellarlo después. Las alas
que no tenía le dolían, como si cada movimiento le serrara los omóplatos, pero
eso no era importante.
–¡Noooooooo! –gritaron
al unísono todas las ambiciones de poder de la muñeca, saliéndole espantadas
por la boca –¿¡Qué has hecho, necio?!
–Saldar mi
cuenta con la Verdad –dijo él depositándola en el suelo, sin ofenderse.
Abrió otro
portal y le dijo a la muñeca de trapo:
–Puedes acompañarme
a mis dominios si es tu deseo o si lo prefieres puedes quedarte aquí por toda
la eternidad –ella lo miró llena de una rabia sin fuerzas–. Como prisión no parece
mejor de lo que fue la mía –añadió él con franqueza.
La muñeca cayó
de hinojos al suelo sintiéndose devastada mientras el mundo alrededor cambiaba
sin parar.
–¿No deberías
destruir el reloj de arena? –quiso saber la muñeca de trapo, con la mirada
clavada en el suelo, sin estar muy segura de por qué pronunciaba esas palabras
en las que, por otra parte, tampoco estaba muy segura de hallar consuelo.
–El tiempo
siempre ha sido una ilusión, lo sabes perfectamente –le dijo él para intentar
animarla–. ¿Vienes?
El reloj de arena por Jorge Roussel Perla se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
Basada en una obra en http://parafernaliablablabla.blogspot.com.es/.
Vaya historia...La sola idea de que me roben el ahora me produce escalofríos, sería como no tener nada, pues el pasado y el futuro no existen....Me gusta mucho la historia porque pienso que dominar el tiempo es dominar la vida y un reloj de arena no es más que el símbolo de nuestra mortalidad, hay que vivir plenamente y las negociaciones de tus personajes y ese final de que el tiempo siempre ha sido una ilusión puede romperle los esquemas a cualquiera Jorge...
ResponderEliminarMuy lograda...
Un abrazo
Muchisimas gracias por la reflexión. Aparentemente es como un mito "cronogónico" por así decir, al principio parece que explica el nacimiento del tiempo pero dada la conclusión de que el tiempo no existe, el relato viene a ser una explicación de la naturaleza que el tiempo no tiene o una explicación de la naturaleza que se le supone a esa ilusión que llamamos el tiempo, como prefieras. Aunque yo no creo que se pueda dominar nada... El Ahora, desde mi punto de vista, no puede caber en los estrechos confines de la relación de dominio, yo diría más bien que uno sólo puede aceptarlo como un regalo... dicen que por eso se le llama presente.
Eliminar¡Un abrazo, Sofya! ^_^
interesante relato.. .
ResponderEliminaryo nunca he sentido mucho interés por los relojes, eso de q te aten al tiempo y te hagan controlar cada segundo... Pero los relojes de arena tienen algo especial, cierto misterio y paciencia al caer cada grano de arena que hacen q les tenga algo más de aprecio ;)
Un saludo!
Gracias por tu comentario, Dreiya. Yo diría que los relojes son sólo un instrumento para medir el tiempo, son útiles. Hacen que nos olvidemos de que el tiempo es otra herramienta: parece que si algo es cuantificable tiene un sustrato más "permanente" que aquello sometido al cambio, incluso aunque lo cuantificable sea el cambio mismo. Las herramientas (incluso las herramientas que miden otras herramientas) tienen su lugar y su importancia. Ni más, ni menos.
Eliminar¡Un abrazo! ^_^
Hola señor filósofo, me encantó el relato, el contenido, esos dos personajes tan opuestos y finalmente con un destino aparentemente en común.
ResponderEliminarTe metiste nada menos que con el Tiempo, así, con mayúsculas, con la venta de un Ahora que no existe, porque mientras está siendo ya es un Después... El Tiempo es un continuum inexorable, sin divisiones ni movimientos, sin embargo en
él están implícitos todos los cambios que nos produce a los mortales.
Vengo atrasada con las lecturas, espero me disculpes.
Un abrazo grande, Jorge.
No veo nada por lo que deba/s disculparte, uno viene aquí si le apetece y comenta si le apetece, que no hay obligación ninguna a nada. Mientras haya respeto por las ideas y los pareceres, que comente quien quiera, cuando quiera...
EliminarYo estoy con Einstein, el tiempo es una ilusión persistente. Con respecto a tus agudas disquisiciones, decir que el Ahora no existe y decir que sólo existe el Ahora bien puede querer decir lo mismo, a fin de cuentas en filosofía es muy difícil -cuando no imposible- distinguir entre los conceptos de puro Ser y pura Nada, por aquello de que, ¿qué quiere decir algo que no encuentra oposición? Lo más probable es que todo sea tiempo, y que el tiempo no sea nada separado de ninguna otra cosa, como un río en el que los entes se sumergen... Los entes probablemente sean la corriente misma. Con respecto a los personajes, creo que tienen posturas filosóficas muy distintas: uno intentó hacer algo bueno y se equivocó, pero finalmente consiguió hacer lo que creía bueno en esta extraña mitología. La otra, más egoísta sólo contempla lo que puede ganar y juzga al primero como si fuera una especie de criminal o como si debiera cargar con la culpa más allá de la comprensión, sin embargo ella tiene cosas buenas como su honestidad pues no recurre a subterfugios, sino al egoísmo, también presente en él, que hace que ponga precio a su libertad de forma, tal vez, un poco inconsciente al principio. Supongo que se podría decir que es manipuladora, pero él también se deja manipular. Por supuesto la muñeca de trapo me parece una minusválida ética y no la defiendo aunque la comprenda. Los dos son complejos aunque tengan sus tendencias éticas no pueden equivocarse siempre ni evitar equivocarse. Al final él no la juzga y la invita a acompañarle, eso me gusta, porque ni siquiera me parece que él busque nada de ella como cambiarla o que saque alguna conclusión.
¡Un abrazote, Mirella! ^_^
¡Buenos y grises días!
ResponderEliminarDespués de unas largas vacaciones, he decidido regresar. Y no sin leerte.
Lo cierto es que tienes un talento envidiable, en serio te lo digo. Admito que me pareces extrañamente complicado.
(Adoro lo complicado).
Pero he de admitir que se me ha escapado el significado de esta intervención: "El Tiempo no es esa encrucijada inexistente que queda entre la memoria y el cambio, ésa que devalúa la eternidad del Ahora". Seguiré dándole vueltas, de todos modos.
Admito también, que el tiempo, no, el Tiempo (¿mejor?) siempre me ha fascinado. O quizás aterrado. Supongo que a muchos nos pasa. Hay veces que inevitablemente me enfado. En serio. Me cabreo. Por culpa de ese ladrón de momentos, que en un segundo ya te ha robado un suspiro de vida. Pero sólo lo pienso en los días más tristes.
Y creo que ahora ya estoy empezando a entender la frase que te he pegado arriba. Qué cosas.
Y por cierto. En respuesta a un extenso comentario que me habías dejado en una de mis entradas... No logro encontrarlo, pero lo había leído (disculpa la tardanza, he tenido exámenes). Creo recordar que estabas interesado en saber la historia. Bien. La historia quizás no sea lo que nadie se imagina, pero todo es extensible a cualquier lector que invierta tiempo en intentar descifrar el significado. Considero que cada uno le da una acertada explicación cuando las palabras son ambiguas. Ahora, mi más humilde inspiración, fue un triste día dedicado a la violencia de género. Un episodio más de tantas historias sin nombres, sin caras. No creo que lo recuerdes, pero debía contestar :)
Me alegro de volverte a leer. Besitos, artista :D
¿Grises días? Espero que te alegres entonces en los que están por venir. ¿Sabes?, me encantan las preguntas, las preguntas están llenas de vida. Cuando digo que "El Tiempo no es esa encrucijada inexistente que queda entre la memoria y el cambio, ésa que devalúa la eternidad del Ahora", me refiero a que más que una dimensión, es un constructo creado a partir de la combinación de la memoria y el cambio, que lo único que podemos vivir es el ahora por más que nos proyectemos en la imaginación o en el recuerdo, pero que, a la vez, el tiempo (me parece agudo lo de quitarle la mayúscula, de hecho la muñeca de trapo dice "Me ha costado eones de ese tiempo que no existe dar con él")... Perdón, decía que el tiempo comprendido como una sucesión de momentos que se pierden inevitablemente, hace que perdamos de vista que eso que llamamos el ahora es eterno. Quizás es difícil de explicar (o no, no lo tengo muy claro), pero cualquier acontecimiento de la vida está sin separar, como la misma vida, que está sin fragmentar, aunque yo pueda haber hecho esas distinciones sirviéndome del lenguaje (otra herramienta útil como el tiempo cuya condición es soslayada a menudo). No hay nada que te pueda robar el tiempo (si me permites dar mi opinión) pero mi abuela diría que cada día de tristeza es un día perdido, perdido porque no se aprende, porque uno se encierra y no vive en alegría. Creo que tiene razón, pero claro, en el fondo mi familia entera es así. En el relato que dejaste en tu blog leí justamente eso, aunque errara en la perspectiva, me alegro, pero se me hacía raro que los demás no leyeran lo mismo. Las cosas horribles siguen siéndolo aunque estén bien escritas, aunque puedan parecer bellas si no se lee con cuidado. El amor es complicado... habría que honrarlo con la libertad y la amistad, que es lo que se merece. En fin, desbarro.
EliminarOye, gracias por lo del talento, ya te he dicho que a mí me parece que si te atrevieses a escribir otras cosas, también sacarías un montón de ahí (considerando, claro, que todos, siempre, tenemos que practicar mogollón), y yo (te aseguro) no sé mentir ni me educaron para eso. Decía Bukowski que hay que escribir desde las entrañas y, salvando las diferencias, ¿cómo se va a escribir si no es con el corazón? Que se lo digan a Humberto, a Klara, a la dame blanche, a Akhenazi, a Mirella o a la increíble Morgana. O mucho me equivoco o todos ellos escriben desde el mismo corazón.
Te confieso, por cierto, que adoro lo complicado (probablemente se nota), pero lo que realmente me flipa es la sencillez (o me flipa al mismo nivel, ni lo sé), la sencillez sincrética, última, holística que, de alguna manera loquísima, no está separada de lo complicado, sino que hace que lo complicado y lo sencillo, desaparezcan.
Me alegro de volver a leerte y de que te pases por aquí también y comentes. Oye, ¿si no tienes esos días más tristes, crees que el tiempo no te robará nada, que sólo será el fluir del mundo?
¡Un abrazote, miss Carrousel! ^_^
Todos los días pueden ser grises días. Depende del lugar desde donde lo observes. De todas formas, mejor gris que negro.
ResponderEliminarTienes un lenguaje tan inteligente como complicado. Supongo que será fruto de una mente retorcidamente enrevesada (puedes tomarlo como un halago. Lo es). Sin entrar en juicios, no me mates. Tal vez te atraiga la simpleza porque como dicen sobre las relaciones, lo opuesto es lo que te despierta. Pero sigo quitándome el sombrero (empapado de tanta lluvia) ante la dificultad de tu escritura, que vendrá dada por una ¿personalidad? complicada.
Y ahora me doy cuenta de que tu agilidad mental tiene su origen en esa abuelita tan inteligente. Que la alegría no se puede dejar olvidada en el baúl de los juguetes. ¿Cómo era esa frase? ¿Que no se puede posponer? Que el tiempo no espera por ella. Muy aguda tu abuela.
Y sin más, te dejo con todo este embrollo (pero escrito desde el corazón)
Besitos señor Roussel :)
Miss Carrousel
Muchas gracias. La verdad es que siempre he considerado la inteligencia muy seductora, y la sencillez puede ser muy inteligente. Yo no diría que tengo una personalidad complicada diría que... hay mucho en qué pensar y pensar es entretenido mientras a uno no le dé por agriarse (que, oye, hay gente pa to). Mis abuelos son personas increíbles, como el resto de mis familiares, la verdad, de hecho hoy andaba pensando que he tenido una suerte (de la hostia) con mi familia. Y si la inteligencia ya es guay (¡peligro, palabra ochentera!), la inteligencia que nace de la bondad es hipnótica y enamora, algo to loco (ahí). Lo siento, sigo con el cerebro medio frito...
Eliminar¡Un abrazote, miss Carrousel! ^_^
Bueno, ya te lo están diciendo. Todo es un déjà vu, lo midas con una clepsidra o con un cronómetro y cuando piensas en el futuro, resulta que ya es pasado. Invenciones de los hombres, Dark, porque ya me dirás tú cómo medir algo que no existe, y si no existe el tiempo, tampoco existirá el espacio como lo entendemos, ¿no?.
ResponderEliminarA los avalistas de la Verdad (menuda palabra compleja, utópica y cambiante) les pasa lo que a tu ángel, que les cortan las alas y ya se sabe que con los muñoncitos no hay quien vuele, así que aunque tú lo pongas de ganador, me da que las que ganan en el mundo son las muñecas maquiavélicas que manejan los hilos del poder.
Un relato fantástico y muy filosófico, que me ha gustado leer, loquito. Qué cabeza la tuya.
Comparto, que no se diga.
Namasté.
No se dice, no se dice, ¿cómo se iba a decir? Antes de nada, muchísimas gracias por tu comentario y por compartir, Morg. Da gusto encontrarte aquí, entre incisiva y mordaz, hablando de los avalistas de la Verdad (exactamente como la defines). Yo le pongo de ganador, que en mis relatos los buenos ganan sus cosas. La muñeca tiene poder, pero sólo tiene poder y el poder la retiene puesto que la pobre quiere más y más, viviendo entre el miedo a no tener y la necesidad de despeñarse. El poder acabará con ella a no ser, claro, que se arranque las alas o se construya unas alas, no sé, seguro que ambas cosas valen. El ángel ha perdido las suyas y no obstante aún tiene la capacidad de volar, más metafórica, sí, pero no menos poderosa (hablando del tema). La muñeca se mueve por impulsos, creyendo que urdir un plan sobre sus deseos le confiere sentido y solidez, creo que él en cambio siente el deber de hacer algo. No creo que el mundo sea tan distinto, por más que los que manejan los hilos no quieran saberse títeres del sistema que les devora los pensamientos. Los ángeles sin alas... bueno, ellos son libres en su destino porque tienen alas en su mente. O algo así. Jajaja.
Eliminar¡Un abrazote, Morg! ^_^
Qué viaje este relato, Jorge.
ResponderEliminarMe has hecho volver a pensar en el tiempo, porque ¿quién no ha pensado alguna vez en él?
Tu relato me hizo pensar en Hesiodo, también en Esopo, pero más me hizo sentir tu propia concepción del Tiempo y del Poder, muy bien plasmada en estos dos personajes tan diferentes.
¿Sabes?, últimamente creo que un texto dice todo lo que tiene que decir y que no necesita de mayores comentarios (tal vez apenas un 'me gustó'-'no me gustó'), sin embargo, en este momento me queda la sensación de que deberíamos sentarnos a charlar sobre esto, pues todo lo que aquí exprese va a carecer de peso. Me encanta la Filosofía, pero cuando es sólo nombrada, tocada de oído o mencionada por encima, algo me revuelve el alma. Sería terrible que yo mismo cayera en esas liviandades.
Por eso, Jorge, el texto me encantó.
Un fuerte abrazo y quedan cosas pendientes.
HD
Muchas gracias, Humberto. ¿Sabes?, creo que los textos que me interesan son aquellos que están abiertos a varias interpretaciones, varias a un nivel profundo y contando con la que pueda tener el autor, pero al mismo tiempo la exégesis desvirtúa de alguna manera el texto (aunque es un proceso que tampoco suele restarle nada a un escrito), porque a fin de cuentas todo relato palpita con su propia vida y en varias ocasiones ya me he encontrado pensando que la interpretación es un agregado y que saborear el texto tiene que ver más con olvidarlo todo y leer, creo que algo así defendía Gombrowicz en su Ferdydurke (extensible a la vida misma, no sólo a la literatura). Suelo interpretar lo que escriben los demás desde una perspectiva filosófica, pero no se trata de un ejercicio, es más una incapacidad absoluta para hacer nada más. En la facultad me "regañaban" porque era totalmente asistemático, no puedo hacer un comentario como Dios manda, adherirme a escuelas... sólo puedo pensar. Y aún así eso sólo es un pensamiento, y la creación literaria no tiene nada que ver con eso. El texto vivo es el texto vivo. Sólo intento explicarte por qué entiendo exactamente a qué te refieres, a la necesidad de hablar largo y tendido, y a la necesidad de guardar silencio. Y te lo agradezco porque ambas accionen respiran una solemnidad que no me merezco, pero que valoro (mogollón).
Eliminar¡Un abrazo, Humberto! ^_^