¡Entren en su blog de literatura cutre!
Sí, caballeras y caballeros, conservo escrupulosamente unos estándares de baja calidad a los que me debo.

sábado, 1 de marzo de 2014

Miedo amordazado


Life´s gotta always be messing with me.
Can´t it chill and let me be free?
Can´t I take away all this pain?
I tried to every night all in vain… in vain.
KORN.

Miedo amordazado:

            “Acabarás sola”, decía mi mamá.
Mamá se fue a vivir y a morir al otro lado de una aguja.
Y cosas.
Sirioshka juega con Vika, no sé por qué. ¿Él no tenía que estar conmigo? Le dije que no jugara con ella.
Yo no quería que Sirioshka me dejara, ¿qué iba a hacer yo allí sin él? Tenía miedo, así que le dije a Stav que podíamos escondernos en un armario y le di un beso y se lo dije a Sirioshka. Y Sirioshka se echó a llorar y dijo que hablaba con Vika y jugaba con ella, pero que sólo quería darme besos a mí.
Tenía miedo de que Sirioshka no estuviera a mi lado, mucho miedo… tanto miedo que…
Stav no valía para nada y además unos americanos lo adoptaron.
Y los guardias bebían mucha cerveza porque los americanos habían pagado.
Así que nos pegaban menos antes de beber.
Y más después de beber.
Sirioshka no quería ir a dormir y se escapó del dormitorio. Tenía miedo de que le escuchara llorar. Sus lágrimas... ¿me quemarían si las tocaba? Yo no quería estar sin él. Yo no quería que se acercase, él era demasiado… ¿bueno? Me daba asco… pero le quería, ¿sí?
Desperté de mis pesadillas con sus gritos en el pasillo de al lado.
Volvió con un brazo roto y la nariz sangrando.
¿Desayunaremos té y pan hoy también?
¿Desayunaremos? Porque tengo hambre…
Yo no podía confiar en nadie y Sirioshka hablaba con Vika. Y sabía que poquito a poco Sirioshka no querría hablar conmigo porque yo iba a acabar sola. Así que él acabaría hablando con Vika.
Ayer me tocaba ver a Arkadi y como mi sonrisa se había roto hacía ya tiempo me había dedicado a afilar un cuchillo durante el amanecer de… ¿ayer? Ayer, porque Arkadi iba a venir a mi cama, después, por la noche, cuando todos los niños estuvieran durmiendo, y me iba a llevar a ese cobertizo donde dejaban las escobas.
Y me iba a hacer daño. Y yo tenía miedo.
Aunque gritara nadie haría nada.
Niños fingiendo dormir… Creo que nos metían miedo en la comida.
Y… y Arkadi hizo todo eso de llevarme donde las escobas.
Cuando empezó a desnudarme agachó la cabeza, bajó la vista y mi cuchillo hizo en su cuello lo que él me hacía cada martes. Una, dos, tres, cuatro, cinco veces. No podía gritar y su garganta sonaba así: “agghhh, agghhh”, pero casi no hacía ruido. Y el ruido se apagaba.
Así que mi sonrisa rota apareció ayer, más alegre que nunca. ¡Y yo que creía que se había perdido! ¡Qué rojo está mi cuchillo!
¿Qué hay hoy para comer?
“Acabarás sola”. Yo escuchaba a mamá y pensaba que me agarraba de los hilos de los que colgaban sus palabras. “¿Qué haré si Sirioshka me deja? ¿Si me deja aquí sola? Sola… aquí. Moriré.”.
“Arkadi no ha venido hoy a trabajar, ¿le habéis visto?”, preguntaban los adultos, las cocineras, los demás guardas. “Ha ido, ha ido”, pensaba yo.
“Está en el foso desde ayer por la noche”, decía mi sonrisa rota. Me había revolcado con su cuerpo por el barro hasta tirarle al foso, pesaba mucho. Allí no iba nadie, ni siquiera había muro para que no nos escapáramos, porque nadie podía bajar. ¿Bajar a dónde?
¡Cuánto pesaba su cuerpo! La luz de una linterna que iba y venía casi da con su pie izquierdo y, además, se le cayó un zapato. Pero lo recogí y también lo tiré. Y las linternas no me vieron.
Había estado tirando de él durante horas porque pesaba un montón pero ahora el foso se lo había comido.
Cuando volví a la cama la luna que atravesaba los barrotes estaba rota, como yo. A ratos era blanca y a ratos no, una y otra vez, a cada barrote, a ratos era blanca. Y a ratos no.
¿Pero qué hay hoy para comer?
Los policías nos preguntaron cosas en clase y yo me eché a llorar, pero no les importó.
A nadie le importa nunca.
Luego me fui del comedor, escabulléndome con la comida, para comer debajo de la escalera. ¿Había parado de llorar en algún momento? Creo que no.
Sirioshka siempre iba a buscarme allí. También sabía escabullirse.
Sirioshka me miró entre las sombras. Yo intentaba comer pero las lágrimas no me dejaban, querían verme morir de hambre. “¡Parad! ¡Parad!” les decía, y no paraban. Pero yo no quería llorar… de verdad. ¿Y si un día no podía parar de llorar? ¿Y si sufría tanto que…? ¡¡¡Parad!!!
–¿Qué te pasa? –dijo Sirioshka, ¿estaba preocupado?
–¿Tú me quieres? –le dije yo.
–Yo sólo te quiero a ti –me lo había dicho tantas veces... que era mentira y tenía miedo de que fuera mentira, así que le dije:
–¿Y esa puta de Vika? ¿La has besado?
–Nunca, pero ella no ha hecho nada, no la insultes –dijo sonriéndome.
Su sonrisa no estaba rota. No sé por qué. Nunca se quejaba por nada. Y eso que a él le tocaba Arkadi los lunes. Bueno, ya no.
–¿Tienes miedo? –dije.
–Ha venido la policía –él hablaba, yo le oía y le veía mover la boca, pero era raro porque parecía que no estaba allí.
–¿Me quieres? –dije.
–Han encontrado sangre en el cobertizo.
–Yo quiero que me quieras –dije.
–Y ese cerdo no está.
–Quiéreme, Sirioshka –¡dije! ¡Dije y dije!
–Creo que está muerto.
–Quiero besarte –“¡mírame!”, pensé. “¡A los ojos! ¡Quiero estar contigo! Sólo contigo…”.
–Creo que es malo estar cerca de ti… –¿había miedo en sus ojos? Le pegué un puñetazo. Sonó como pegar al colchón y llorar. ¿Cómo podía él tener miedo? ¡¿Miedo?! ¿Por qué? ¡No! ¡Él no podía! Me miró, creo que quería llorar, pero yo no le iba a dejar. Intenté explicárselo así:
–No digas eso, mi Sirioshka. Yo tengo miedo… y tú lo eres todo para mí.
Pero algo me dolía y empecé a pegar a las paredes, le di una patada a una mesa, tiré algo, desencajé un cajón a golpes y lloré. Estaba muy enfadada. Y cuando me enfadaba así quería… destrozar algo, lo que fuera. Me volví para pegarle a él… pero Sirioshka me abrazó con un brazo sano y el otro roto.
–Marchémonos, la policía volverá mañana –me susurró.
Sé que abrí mucho los ojos.
Y le besé.
En los labios.
Pero no podíamos marcharnos, además fuera del orfanato yo tendría miedo, más que aquí dentro. Porque aquí sabía lo que hacían todos. Aquí sabía lo que hacía Sirioshka. Y si Sirioshka no hacía lo que yo quería, siempre podría dárselo de comer al foso. No podía permitir que hiciera lo que yo no quería, porque se equivocaría, porque haría algo malo… Tenía que cuidar de él. Él era todo lo que… ¡Tenía miedo de que se hiciera daño!
Creo… creo que mi cabeza sonaba como una verja oxidada que intentaba retorcer con mis manos, no sé para qué.
–¿Por qué aquí está todo siempre tan oscuro? –le pregunté.
–¿Vamos al patio? –me preguntó, ¿eso era una respuesta?
–Está igual de oscuro –le dije.
¿El foso puede comerse a Vika?
Sirioshka me abrazó, porque yo tenía mucho miedo.
Me abrazó.
Y pensé: “a nadie le importo y además nadie me escucha, y sé que voy a acabar sola”.
“Por favor… no quiero”.


14 comentarios:

  1. Qué clima, Jorge, opresivo y cruel por un lado, pero también me produjo una profunda pena y compasión por esos niños. Lográs eso por tu forma de contar y de hacer hablar a los personajes.
    Me gusta mucho cómo te metiste en la piel de esa niña que, a pesar del miedo, logra matar al abusador y me dio la sensación que seguirá haciéndolo para no sentirse desvalida, pero también para alimentar algo interior que quiere sentir cierto poder sobre los otros.
    Esa es la impresión, tal vez muy equivocada, sobre el relato, que leí de un tirón, como me suele ocurrir con tus textos.
    Un gran abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias por tu comentario (hay que ver, qué rapidez)! Aunque yo creo que tu impresión nunca puede estar equivocada: es tu impresión. De hecho, aunque coincidiera al cien por cien con la mía, probablemente no sería ni correcta ni errónea. Y salvando el hecho de que matar al criminal no me parece muy justo (por más hijoputa que sea el sujeto, que lo es), lo que tú has leido es justo lo que yo quería escribir. A mí también me parece que ella seguirá haciéndolo por ese afán de poder (yo diría que asentado en ese terror que le provoca todo). Ella se siente sola y , como el resto de los niños del ominoso orfanato inspira una profunda compasión (en su caso puede que más incluso). Pero, ¿sabes una cosa?, no es un relato de terror debido a lo solitario del paraje, lo grotesco de los adultos que por allí circulan (espero que los orfanatos rusos no sean así) o por las esperanzas moribundas de tener una vida, que sin duda son razón suficiente para sentir temor: a mí lo que más miedo me da es una persona tan aterrada que es capaz de hacer cualquier cosa con tal de hacer suya la ilusión de control que alivia su angustia (al mismo tiempo que la alimenta en un círculo vicioso) y que ejerce incluso sobre la gente que la rodea. Además, su miedo la ocupa hasta tal punto que confunde quién esta a su lado y quién no, las palabras ajenas, los actos ajenos, incluso el amor (aunque podamos suponer que no puede cultivar un buen amor debido a su pasado, no la educaron y mucho menos para tener acceso a tales herramientas psicológicas). A mí alguien tan aterrado que piense que puede castigar a los demás porque le inflingen dolor, ya sea real o imaginario, sí que me acojonaría bastante... Debe ser terrible sentirse acorralado en uno mismo, querer escapar y que la misma huida sea una prisión, amar y agredir a quien se ama, carecer en definitiva de herramientas esenciales para la convivencia con uno mismo. Da miedo, al menos si pasan cosas tan chungas.
      ¡Un abrazote, Mirella! ^_^

      Eliminar
    2. Jorge, tampoco apruebo matar al que te hace daño, pero sí entiendo que ella lo haga por el ambiente en el que vive, por estar inmersa en un miedo constante.
      No lo leí como un relato de terror, para nada, sin embargo tiene una atmósfera y un ritmo que te enganchan como si lo fuera.
      Muchas gracias por las aclaraciones sobre la construcción del personaje, algo que me interesa mucho.
      Un fuerte abrazote, guapo.

      Eliminar
    3. Entonces disculpa por el malentendido, compartimos la interpretación en un grado altísimo. Si te digo la verdad no creo que sea un relato de terror al uso, no hay monstruos o perseguidores a la usanza del género, pero sí que hay una mente dividida, rota y en lucha contra sí misma, y eso sí que me causa pavor, al menos hasta esos extremos. Y nada, si te interesan más personajes, tú pregunta sin miedo, que yo respondo.
      ¡Otro abrazote! ^_^

      Eliminar
  2. ¡Me ha encantado! Así es muchas veces la mente humana, llena de claroscuros, llena de inseguridades y de miedos. Y a veces, lo que más miedo nos da es nuestra propia versión de nosotros mismos. ¡Qué chulo el relato! Soy una rara, lo sé...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Jajaja! Gracias por tu comentario, Klara, me alegro que te gustara. Como le digo a Mirella no es el típico relato de terror y quizás resulte difícil encorsetarlo dentro del género, pero como bien dices, la mente humana puede ser un escenario horrible... Yo creo que simplemente ocurre si dejamos que lo intolerable se vaya normalizando, poco a poco: al principio son detalles que pueden parecer nimios y se deslizan cada vez hacia asuntos más graves, y al final podríamos perder el contacto con la realidad. La protagonista del relato apenas sabe qué es la realidad porque la transfigura hasta tal punto que deja de entenderla si no es a través de la amargura y el miedo. Por otro lado seguro que raros somos todos. Y además ya verás, a finales de mes publico un relato que se llama "Intentarlo" que tiene cierta relación con este, porque la mente humana (claroscuros incluidos) puede ser un escenario cojonudo también (y en muchos casos lo es, que es lo sano).
      ¡Un abrazo, Klara! ^_^

      Eliminar
  3. Buenísimo, Dark. Creo que no hay que irse a Rusia con esos nombres tan exóticos, para ver un orfanato conflictivo. Yo sé de primera mano que problemas así tienen muchísimos niños en los orfanatos americano y europeos, por hablar de lo más cercano a nosotros, y no te digo nada en los llamados correccionales.
    Yo no veo que la prota desfigure la realidad, es que su realidad la han desfigurado otros y bueno, ella se defiende. Yo, no sólo no la castigaría, sino que le haría la ola por librar al mundo de una mierda de tal calaña. (ríome)
    Ya sé, ya sé que tú eres wenitoooooo, pero yo soy poco piadosa después de tanto vivido.
    Eso, que me ha gustado muuuuuucho, loco, está estupendamente escrito.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hombre, que yo no soy tan bueno, anda que no meto la pata y eso (y en ocasiones han sido meteduras de pata bastante serias). Muchas gracias, Morg, y yo tampoco creo que haya que irse muy lejos para ver mierdas así... pero rompo una lanza en tu favor porque yo no he vivido tanto como tú y tampoco sé qué haría en una situación así, ¿me frenarían mis principios como sospecho (en cuyo caso es que sí que soy así) o haría como ella? Eso nunca se puede saber, es lo que hay. De momento yo me esfuerzo en investigar mi filosofía. Me alegra mucho (mucho) que te haya gustado. Y, por cierto, creo que tienes razón, que su realidad se la han desfigurado otros, lo cierto es que, ¿hasta qué punto es una niña responsable de algo así? Ahora bien, como humanista también defiendo que tenemos el poder de cambiar, el asunto no es fácil porque, en fin... lo cierto es que no decidió sus circunstancias y decidir la propia vida interior con una realidad tan oscura cercándola al mismo tiempo posiblemente sea pedir demasiado. Yo lo que suelo pensar es que persistir en un error y no darse cuenta del mismo para subsanarlo es una putada y suele desembocar en sufrimiento, pero, inevitablemente, volvemos a caer en la subjetividad y la ética tan universal... joder, no deja de ser convencional. Menudo lío, ¿eh? Aún no he encontrado un principio argumentativo para el bien y no dudo mucho que lo haya: el bien y el mal son términos en el fondo vacíos y considero que por ahí llegamos a ideas circulares y argumentos que a la postre no pueden universalizarse, ni siquiera el imperativo categórico kantiano (que personalmente sigo por convicción, paradójica supongo). ¿El bien como pragmatismo humano? ¿Convivencia, bienestar? ¡Ah, la filosofía! ¡Un terreno hermoso y fecundo en el que invertir ideas y palabras y trabajo para que al final nos quedemos como estamos y, a la vez, todo cambie! Notas a pie de página de la obra de Platón, que dijo Whitehead... ¿Al final sabes cómo me tengo que quedar, Morg? Diciéndome que sólo puedo darme valores universales a mí mismo y dialogar con otros, nada más. Eso e intentar aprender de mis errores. Y creo soy feliz más que por eso, porque acepto las cosas aunque luche por ellas, y porque no tengo muy clara qué diferencia hay entre las cosas y yo. ¿Me estaré volviendo loco? No, es broma, ya lo estaba.
      ¡Un abrazote! ^_^

      Eliminar
  4. Es un buen relato Jorge, tiene una complejidad atrayente, la de la mente humana, la de la infancia que sufre...La cruda realidad que pende de un hilo y además le das un toque cruelmente humano, que lo hace mucho mejor todavía. Me ha gustado mucho.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro de te guste, Sofya, gracias por comentar. Ahora mismo no se me ocurre nada que no haya dicho ya sobre el relato, pero, mira, me parece curioso que nadie haya sugerido que Sirioshka, de una forma un tanto más pasiva y silenciosa, está también como una cabra, quizás tanto como la prota del relato. Es parte del clima general, supongo, de distancia con la realidad a través de la opresión de la violencia que parece venir de todas direcciones en ese orfanato, exista o no exista, advendrá a la existencia... Hay una disonancia chirriante y tenebrosa con respecto a lo que podría ser el mundo, y ese punto en sí mismo es digno de estudio. Creo que tienes razón en que la realidad de esos niños pende de un hilo, pero a mí me da, por más triste que sea, que el hilo se ha roto y que no queda nadie para hacer un nudo y unir los extremos. Pero yo creo que aún más perverso que lo que ocurre fuera de ella, es lo que ocurre dentro de esa mente -que es el escenario real del relato-... y creo que es una enorme putada para la prota.
      ¡Un abrazote, Sofya! ^_^

      Eliminar
  5. Lo peor del miedo, es cuando sólo existe el miedo. Miedo a ti, a eso, a aquello, a todo. Y es el miedo, uno de los pocos sentimientos que son capaces de llevarte a un propio foso donde tú mismo te hundes, o a la salvación. Supongo que en el caso de esta niña, es el miedo el que le da ese poder para enfrentarse a sus demonios. Eso que ella llama "darle de comer al foso".
    Pero a veces tanta neuroris conduce a la locura. Por mucho que las circunstancias traten de justificar una determinada conducta, tampoco hay que abusar de ellas. Esas mismas circunstancias la llevan un poco a tener pensamientos un tanto... psicópatas. Puede que me esté dejando influir por factores externos, pero me ha producido esa sensación. Dicho de forma elegante, vamos.
    He visto que lo has etiquetado como terror. Solamente añadiría el matiz de "terror psicológico". En serio. Me ha angustiado. Cierro con una extraña sensación.
    Ahora el debate de si el fin justifica los medios. Y la liamos.
    Besitos, Jorge.

    Miss Carrousel.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo creo que el fin no justifica los medios, el maquiavelismo no es lo mío, aunque tiene muchos defensores (lo cual me parece muy normal, claro). Creo que a, la larga, no funciona porque no podemos solucionar un problema a base de una actitud que desemboca inevitablemente en otros problemas (probablemente aun más graves). En mi opinión la prota no lucha contra sus demonios ni contra el miedo, sino que hace de él un caparazón duro y frío, lo convierte en una excusa para refugiarse contra él alimentándolo a un tiempo. De todas formas no creo que las circunstancias justifiquen su conducta, sino que la explican. Creo que un mal acto nunca es justificable: es un error y no importa en absoluto nada precedente, creo que puede ser comprensible en mayor o menor medida y que es susceptible de ser rectificado (y creo que una buena señal de la calidad humana de una persona es su capacidad de rectificación). Pero matar a alguien no será mejor si ese alguien ha matado a mi madre. La venganza nunca dejará buen sabor de boca y, sobre todo, no nos podría librar jamás de nuestro dolor, si acaso sólo puede ahondar más en él. Y sí, el miedo puede cavarte un foso de lo más acogedor y dañino a un tiempo. Un amigo mío que tuvo que recuperarse de experiencias bastante chungas en el pasado me dijo una vez: "antes estaba tan mal, que creía que estaba bien", refiriéndose al terror y a la ansiedad que sintió. No creo que la protagonista se enfrente al miedo en absoluto, creo que ella es el miedo y que todo lo que hace es miedo. Miedo puro, miedo a todo, por defecto. Y por eso me inquieta tanto una mente así de dividida, en lucha contra sí misma.
      Siempre suscribo la idea de que el fin no justifica los medios, pero claro, esto a nivel ético es como la discusión de qué es mejor, nesquick o cola-cao... cuántas buenas amistades habrán caído en ese estéril campo de batalla (lo mío es el nescuic, que el colacao es una bebida en polvo... ¡que no se disuelve!). Lo de que el fin justifica los medios plantea muchísimos problemas éticos, parcialidad, relativismo y demás que, desgraciadamente, son el jaque mate argumental: si te acusan de relativismo en ética estás jodido, es como decirte que caes en un contrasentido o algo así... Pero es un tema cojonudo de discusión, porque, en realidad, da mucho de qué hablar (y lo del relativismo habrá modos ingeniosos de rebatirlo, digo yo) y no hay ninguna respuesta absoluta. Y mira que en el campo de la moral suele hacer falta algo de universalidad. Nada, yo me acojo al imperativo categórico kantiano...
      ¡Esto sí es un tostón! xD
      Ah, si puedo escoger (obviamente no suelo hacer esta petición, pero dado que has usado ambos), prefiero Roussel a Jorge... me siento más cómodo con mi apellido porque es como me llaman la mayoría de mis amigos, pero, vamos, que no me supone trauma alguno. Con respecto a lo de que el miedo puede ser la salvación tengo una teoría, pero la expongo en el relato "Intentarlo", que se publicará este mes también. Muy probablemente no sea lo mismo que tengas tú en la cabeza, pero va a ser un buen terreno para proseguir con ese punto de la conversación.
      Y me alegro de que te haya angustiado, porque como digo por ahí arriba el terror del relato no lo inspiran monstruos o perseguidores, ni factores externos (aunque el entorno sea tétrico y despiadado), sino que es la forma y el discurrir de esa mente, que comparte la forma del terror.
      ¡Un abrazote! ^_^

      Eliminar
    2. Por supuesto que no los justifica, ¿en qué clase de monstruos nos convertiríamos si eso fuera posible? Ya vivimos en un mundo tremendamente egoísta, como para olvidar que lo placentero son los medios, el camino, no la meta.
      No justificar en el sentido de "Vale, entiendo que lo hagas". Pero si, más bien como una explicación del motivo interno. Y claro, la justificación nos llevaría a ese principio maquiavélico.
      La venganza ya son palabras mayores, no creo en la Ley del Talión, pero sí que es cierto que a veces la desesperación por la falta de Justicia y por las injusticias personales, menores, puede obsesionarte. Lo ideal sería no necesitar la venganza, que ella se disolviera a sí misma.
      Esa "bipolaridad" de sentimientos acaba por explosionar.
      Claro que hay contraposiciones, pero no sé, creo que si el fin justificara los medios, rompería toda la armonía. Crearía más problemas que beneficios, y esas ventajas, serían todas personales y como dije antes, egoístas.
      Perfecto, pues. A mí también me gusta más Roussel. ¿Qué historia tiene?
      Impaciente espero ese relato, a ver qué oscura teoría maquinas.
      Por supuesto, el peor terror es el psicológico. Jugar con la mente, juegas bien.
      Ten un buen día :)
      Ah! Y a mí me encantan los grumitos del Colacao.

      Miss Carrousel

      Eliminar
    3. Jajaja... ¡no se disuelve! Pero claro, en tu caso, ahí está la gracia.
      Si no andamos el camino, si pasamos de largo en pos de una meta, nos dejamos la vida tras el caminar.
      Yo siempre juego, aunque no con la mente de los demás (excepto cuando escribo, porque se abre un diálogo extraño e incontrolable). Pero sí juego con la mía... tenemos una buen relación: las ideas nacen vaya usted a saber de dónde y se colocan allí, a veces sorprendentemente ordenadas (otras aquello no hay quien lo entienda), luego mis manos se pasean por el teclado mientras mis ojos leen mis propias incoherencias... mola. La lex talionis (latinajo chungo) tiene la justicia distraidilla. El Derecho y la Justicia, ésa si es una relación en muchos países jodida (aquí sin ir más lejos hay tanta injusticia en el Derecho escrito, que es como para hacérselo mirar). Son puntos de vista, pero yo estoy con Gandhi cuando dijo aquello de "Ojo por ojo y el mundo se quedará ciego" y aunque el comentario ya esté muy trillado: el odio sólo engendra odio y en muchos casos, quien lo siente, es quien lo padece. Y pese a que una venganza se hiciera efectiva, no nos libraría del odio. ¡Habiendo tantas cosas mejores...! Sin ir más lejos el amor engendra buen rollo y sonrisas, a veces incluso niños o... las fábricas de chocolate engendran chocolate. ¡Cosas buenas, cojones ya! (me acuerdo de Fernando Arrabal hablando sobre el milenarismo y dando una palmada sobre la mesa, qué le voy a hacer)
      ¡Igualmente ten un día fetén! =)
      ¡Un abrazote, miss Carrousel! ^_^

      Eliminar