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Sí, caballeras y caballeros, conservo escrupulosamente unos estándares de baja calidad a los que me debo.

jueves, 1 de enero de 2015

De luces y sombras


Yo diría que el espacio no es lo que medimos, sino con lo cual medimos.

De luces y sombras:

Hablar de ciclos sería faltar a la realidad y, sin embargo, el mundo había sido devorado por la luz casi en su totalidad.
Porque hubo un tiempo en que sólo había trazos: un esbozo de todos los nuncas abrazados a todos los siempres, cuando apenas se habían escindido la luz y la oscuridad. Para ser exactos –y salvando la paradoja mediante el inverosímil recurso de dejarla intacta– ni siquiera existían los significados, la luz era únicamente luz y la oscuridad no era más que oscuridad. Los hombres hacía mucho que se habían marchado o aún no habían llegado, o tal vez fuera que no podían estar ahí por propia voluntad. Negarlo sería en vano: resulta extraño el que dos entes en oposición sean casi la misma cosa, no obstante todo contraste es en realidad un subterfugio aleatorio, una excusa meramente accidental, un relato naciendo.
Seguro que ustedes ya han detectado unos cuantos contrasentidos acumulándose contra su sentido común, sin duda demasiado numerosos para unas líneas tan breves. Siéntanse libres de detener su lectura en este punto, comprensiblemente decepcionados ante la falta de rigor o asidero lógico alguno. Por otro lado pueden –si ése es su deseo– seguir adelante y recordar que en esta historia los significados no tienen lugar y, tal vez, ignorar el absurdo que supone tal afirmación y permanecer en este mundo de luz en que dos figuras sin nombre –a las que llamaremos Tizna y Noche por una cuestión de pragmatismo, sin proponer ulteriores interpretaciones– se alzaron desde el no-ser.
Eran dos sombras de nada en concreto, separadas por la luz ondulante que casi se solidificaba a su alrededor…

Y corrían. No podían estar seguras de qué huían pero lo hacían impulsadas por la certeza de que, de hecho, había un qué del cual huir.
La luz se retorcía tras ellas, como si intentase atraparlas. Tenían que continuar, si bien Tizna, herida, estaba dejando un reguero de sombras tras de sí, sangraba lo que tal vez fuera dolor.
En algún momento indeterminado y perdido más allá de todos los antes, Noche, caminando –tal vez escapando– sobre un puente de puro brillo, había mirado hacia abajo, hacia el mundo transformándose en sendero, y había visto cómo Tizna se enfrentaba a la luz que la traspasaba en su brillar.
Noche tal vez pensase en las respuestas a sus preguntas, en averiguar por qué estaban allí, en saber quién era la otra.
Por eso ahora corrían entre la tierra y el cielo, juntas.
Ustedes habrán considerado ya que no había tierra ni mucho menos cielo si lo único aparentemente existente –además de las propias Tizna y Noche– era la luminosidad que daba forma al mundo. Pero aun de haber sido la tierra, tierra y el cielo, cielo, ¿hubiese habido acaso otro espacio por el cual correr? Sólo formulo esta pregunta porque quizás les aclare –valga la redundancia– lo que supone para unas sombras moverse en un mundo que las niega debido a una división esencial que, al menos en este punto del relato, podría parecernos muy evidente: por un lado la luz y por otro la oscuridad –recuerden– sin significado alguno.
Digresiones aparte, las dos figuras consiguieron escabullirse de ese foco de mundo que las amenazaba mientras Noche pensaba que el resto del espacio debía de ser también una miríada de núcleos ominosos de luz, extrapolándose al infinito. No obstante y de algún modo, dieron con una zona inefable en la que podían detenerse, aunque fuera sólo un rato. Había una fuente de brillo que destacaba sobre el esplendor restante, eso y nadie presente, como un rincón agradable en una ciudad olvidada. No podíamos decir que fuese un paraje inerte, pero las dejaba descansar.
Tizna seguía sangrando y Noche apretó la herida.
“miedo” quería preguntar Noche en un mundo sin idioma ni sonidos.
Tizna dejó de sangrar para sorpresa de Noche ante la palabra que jamás podría ser pronunciada. Y Noche hubiese negado con la cabeza de haber tenido una, porque reconocía la división radical del mundo y empezaba a sentirla desubicada, sin comprender muy bien qué era todo eso. Miró alrededor y curioseó con todo su cuerpo, y se sintió a sí misma abriéndose y vibrando como un rayo de sol atravesando una estancia vacía en alguna otra era.
Sin embargo su atención quedó atrapada cuando las dos lo sintieron con una claridad alarmante de nuevo: tenían que escapar.
El mundo volvía a brillar y a contorsionarse sobre sí mismo. Ellas volvían a correr.
Llegaron a otro lugar sin nombre donde los caminos no distinguían el arriba del abajo y trazaban figuras que no podían ser creadas de ningún modo imaginable.
Tizna reflexionó sobre esa herida que no tenía, atrapándola en su mente como una incógnita que se retuerce y aún duele, como si las huellas pudieran ser seguidas por los pensamientos y no por el viento, el viento que ya no existía o que aún no había nacido. Sin embargo no podía entenderse, sólo podía huir. Tal vez por eso corría, para no tener que encontrarse siendo un precipicio.
Noche se sentía un diminuto punto abocado a la extinción, ¿qué pasaría si se rendía? ¿Si simplemente dejaba de luchar? ¿Y si la lucha implicaba no dejarse ser? ¿Pero no era la pugna su ser? ¿Qué pasaba si de la herida de Tizna no se podía decir nada?
¿Se habían extraviado? ¿Cómo habían llegado hasta allí?
La luz comenzó a resplandecer tan intensa que entre el blanco y el sitio no se veía nada más que brillo, de modo que Tizna y Noche, amedrentadas por su propio recelo, decidieron volver sobre sus pasos con cautela.
Sin embargo no había ningún lugar al cual volver, no había camino y todo lo cercano había quedado, de repente, inalcanzablemente lejos, como si hubiera desaparecido. Y ellas, sin espacio al cual acudir desesperadas, se perdieron de vista entre el fulgor. Intentaban arquearse, estirarse y avanzar en todas las direcciones a la vez con la esperanza de encontrar a su compañera, temiendo que tal vez no fuese posible porque, de alguna manera, el mundo había renunciado a sus dimensiones.
Y ambas se abrieron y tal vez desaparecieron, y, sin haber cambiado en lo más mínimo, se sintieron la una junto a la otra.
Si bien hay quien pensó que tras todo aquello debían ser llamadas Chispa y Tarde. Pero piensen ustedes que el nombre se lo hemos puesto en un principio debido a la más elemental necesidad descriptiva. Y por nada más.
Y además aunque tal vez el mundo fuera ya pura luz, hablar de ciclos sería, indudablemente, faltar a la realidad.

4 comentarios:

  1. Qué prosa poético-filosófica espectacular. Mientras leía me aparecieron muchas imágenes que, probablemente, no tengan nada que ver con el texto. Tampoco sé si lo entendí. Pero me vino a la mente el origen del universo descripto por los griegos: Caos, la Abertura y Gea, lo sólido, su opuesto.
    Luz y oscuridad, las polaridades que, sin embargo, no pueden vivir la una sin la otra, porque finalmente un polo es siempre el complemento del otro. En tu relato al final, me pareció entender, con la apareción de Tarde y Chispa que los extremos empiezan a encontrar un equilibrio, algo no tan abrumadoramente luminoso ni demasiado sombrío.
    Pero son todas elucubraciones mías, como la aparición de Urano, pegado a Gea y fecundándola sin descanso, hasta que Cronos, su hijo, al cortarle los testículos a Urano, permitió la separación de la Tierra y el Cielo, etapa fundamental del nacimiento del cosmos.
    Son puros divagues míos, Jorge. Cosas que me sugirió tu texto.
    Un fuerte abrazo y que tengas un excelente año.

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    1. Muchas gracias por tu comentario, Mirella, siento haber dejado tanto tiempo aparcado el blog pero he ido a España de vacaciones y no he tenido ni un momento. Al final Tarde y Chispa son más bien pura luz, pero los ciclos… bueno, son sólo ciclos, las cosas retornan. La verdad es que es un relato muy cosmogónico en apariencia, aunque no se da la creación del mundo ni, de hecho, se explica nada acerca de ese estado ni el fluctuar entre luces y sombras (pero vamos, que bien podría estar por ahí Cronos devorando a sus hijos también). De hecho, como sólo hay luz y oscuridad, éstas no tienen un significado particular, a veces se solidifican, a veces no, y poco a poco van configurando este mundo, como metáfora no está nada mal, pero insisto en el texto en que no lo es porque, en el fondo tender al bien constantemente sería como intentar evitar la izquierda yendo a la derecha y aunque supongo que la metáfora se mantiene, cuando le quitas significados adicionales sólo puedes establecer (y aún en ese caso sería algo desvirtuado) un tímido paralelismo. Es un relato de opuestos en acción, sin duda está abierto a cualquier interpretación y la tuya me parece muy cabal y la mía muy vaporosa. Me gustan estas lecturas, muchas gracias.
      ¡Un abrazote, Mirella! ^_^

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  2. ¿El mundo devorado por la luz? Guau. ¿Y tú eres el de los apocalipsis zombies? Me hubiese imaginado algo más tenebroso, más oscuro. Pero ¡me encanta! Ya solo al leer ese comienzo, me capturaste en ese aura brillante que imaginó que ocurrió.
    Pienso que la luz y la oscuridad están muy cerca una de la otra, sí. Más bien es como si fuera una la sombra de la otra. Muy del rollo "no puede haber una sin la otra", que ya está muy visto y al que no voy a entrar. Pero opino que va todo por ese campo de juego. Que a pesar de ser dos caras ¿son una misma cosa? Buen planteamiento. Aunque me da un poco de miedo pensarlo. Si todo sucede así, sería como tener al enemigo en casa siempre. Que bueno, claro que lo es. Y de todo esto, te resumo que no me gusta la oscuridad. Y a veces, duermo con la luz encendida (oye, esto no viene a cuento de nada, pero ya que estaba, te lo comento jaja). Volviendo al tema. ¿Tú crees que somos más de lo que creemos ser? No sé, si las cosas tienen una realidad superior, más amplia, que abarca sus contrapuestos, ¿qué mierda somos? Imagínate que somos miedo y calma, tristeza y alegría. Y no diferentes estados en diferentes situaciones. Lo que dices... ¿es lo mismo? Me angustiaría bastante si lo aplicamos a cualquier otro aspecto. Mira, me acabo de meter en un berenjenal del que espero que me des la salida. Porque ahora no la encuentro.
    A lo mejor es que necesitamos estar en conexión y dejarnos bañar por nuestras antonimias para poder comprender lo que somos realmente, para saber qué es lo que no podemos o no queremos ser. Por eso puede que Noche y Tizna existan (interpretación libre y aleatoria). Y como me siento súper positiva, puntualizo que me ha inspirado mucha frescura. Ha sido porque a pesar de estar "luchando" y manteniéndose en un lugar donde podrían ser devorados por sus contraposiciones (no literalmente hablando, claro), siguen ahí. Me da la sensación de valentía (aunque puede que sea porque es lo que trato de ver). Pero son jodidamente luchadoras. Luchan contra el miedo y las preguntas. ¿Qué importa? Ellas quieren correr. Y eso basta para poder hacerlo.
    "Sin embargo no podía entenderse, sólo podía huir. Tal vez por eso corría, para no tener que encontrarse siendo un precipicio". Touché, Roussel. Me ha encantado el relato, da muy buen rollo para empezar el año y has seguido un poco por la línea de hacer algo totalmente tuyo y tintarlo de esa preciosa lírica que sabes hacer. Eres la puta hostia.
    Un besito :)

    Miss Carrousel

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    1. Muchas gracias, tronca, por el comentario. Los opuestos suelen formar parte de un continuo, y desde luego si faltara uno el otro dejaría de existir. Lo del enemigo en casa siempre… buen, supongo que eso sólo sucede si te planteas uno de los extremos como algo a evitar en detrimento del otro. En este sentido y si lo llevamos a la ética –un campo de juego que suele acojonar bastante– aunque evito hacer el mal porque andar puteando a otros me parece entre estúpido, poco práctico y –aunque sea algo difícilmente explicable como concepto– malo. Pero me he dado cuenta de que quien tiende al bien con demasiado ahínco suele terminar haciendo cosas bastante malas… Además de que mal y bien son una dualidad como cualquier otra, susceptible de las mismas ataduras y limitaciones que se presentan en cualquier otra dualidad, bla, bla, bla… (me estoy aburriendo a mí mismo, perdona).
      Hombre, creo que no te voy a ser de ninguna ayuda pero a la hora de, ¿pensar?, sobre la naturaleza última de, por ejemplo, nuestra naturaleza, no separo los estados emocionales y en ese sentido no podría decirte si somos todos a la vez en potencia o si se alternan secuencialmente apareciendo y esfumándose y sólo entonces tienen realidad. Para decirte lo que pienso sobre este tema, lo siento, tengo que recurrir a una metáfora (y luego encima voy a destruirla) que vendría a ser ésta: imagínate que somos un espacio vacío y, de repente, pasa por ahí como si fuera el viento la tristeza y ocupa nuestro lugar durante unos minutos, o pasa la alegría para quedarse unos instantes y después proseguir su camino. No creo que los sentimientos nos vengan “desde fuera” ni creo que sean algo personal. No creo que los eventos, ni siquiera las opiniones de aquéllos que nos juzgan sean algo personal (es decir, dirigido a nosotros como receptores pasivos). No creo que seamos los protagonistas de nada, pero creo igual que en primavera brotan las flores y en otoño los pétalos se marchitan (toma cursilada, tronca, pa ti, pa tu cuerpo), del mismo modo los sentimientos aparecen sin ser nada nuestro de forma que no podríamos decir que somos esto o lo otro o tratarlos como si fuesen algo separado. ¡Mira, como si hiciera viento! Y mis disculpas porque esto no te habrá aclarado nada de nada.
      Y estoy de acuerdo Noche y Tizna luchan, luchan por ser ellas mismas, pero aunque pueda parecerlo no creo que cuando pasan a ser Tarde y Chispa cambien algo en ellas con respecto a esa lucha.
      Me alegro de que te gustara, pero hombre, la puta hostia tampoco soy… sólo de pensar en cuánto he aprendido hasta hoy y en imaginar en cuánto voy a aprender en el futuro… Nada, esto es un viaje pasito a pasito. Muchas gracias, miss Carrousel. A ver si mañana te escribo y te envío el mail, tronca, que con la de trajín que he tenido, no ha habido manera, en cualquier caso no tardaré mucho, ya lo sabes. ¡Ah, y tenemos que empezar con los poemas…! ¡Mola!
      ¡Un abrazote! ^_^

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