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Sí, caballeras y caballeros, conservo escrupulosamente unos estándares de baja calidad a los que me debo.

domingo, 1 de marzo de 2015

Y en el país de los tuertos...


Y en el país de los tuertos…:

            A lo largo de la historia siempre ha habido una disputa radical, original, que ha movido a la humanidad, que ha generado e impulsado los movimientos sociales y la propia marcha de nuestra especie; no es otra sino la batalla ancestral y primigenia que se libra desde la noche de los tiempos: los fuertes contra los débiles. No resulta difícil de ver y sin embargo parece muy tentador negarla o al menos tergiversarla interpretando los papeles. Es fácil pensar que los fuertes no son los descendientes de una casta guerrera y gobernante, que de alguna manera los fuertes están abajo, y que son fuertes por su tenacidad, que la perseverancia en un mundo hostil y la resignación son virtudes, que la aceptación de la pertenencia a una casta social desprestigiada y ahogada en la miseria ha de tener recompensa. Que tal retribución es sin duda lo justo. Sin duda podemos tomar ese discurso y darle las vueltas necesarias, argumentar de un modo u otro, tendenciosamente, para sacar a relucir un cierto victimismo herido. Y por otro lado vemos una realidad que –decimos– nos desgarra: los fuertes vencen, los débiles caen derrotados. Y lo cierto es que luchamos en ocasiones contra nuestra propia naturaleza e inventamos treguas para nuestra propia idiosincrasia ávida de poder. Las revoluciones sociales son una prueba de ello: tan sólo cambiamos papeles, el poder sigue ahí. Lo importante es quien lo detenta.
            Últimamente se nos vende la idea de que una persona, por el solo hecho de ser, por ejemplo, un minusválido, merece comprensión y nuestro reconocimiento porque nos avergüenza sabernos en mejores condiciones, ya sean físicas o psicológicas. Porque nos avergüenza saber que sin la medicina moderna los minusválidos no existirían. Algo tan espontáneo nos llena de culpa. De alguna manera son accidentes afortunados, pero lo cierto es que la naturaleza en principio no iba a permitir que esos individuos, con sus taras evidentes, se reprodujeran. La selección natural dicta que la función no hace al órgano, sino que el órgano hace la función: esto es, entre los animales –también entre los humanos– sobreviven sólo los más aptos, en términos evolutivos –y algo más exclusivos– la carga de mayor responsabilidad se encuentra en los que presentan mutaciones que mejoran a la especie. En cualquier caso, la teoría viene a decir que los individuos válidos son también los que se reproducirán. Evidentemente los avances tecnológicos –que permiten que aquéllos que iban a morir, vivan– influyen decisivamente en algo que no es otra cosa sino la selección natural en toda su imparcialidad. No se trata de moralidad, la naturaleza es neutra y amoral, los términos de la ética le son completamente ajenos y cualquier consideración al respecto no es más que palabrería. La verdad es que los fuertes sobreviven y los débiles mueren. Nos han dicho que debido a esto debemos sentirnos culpables. Y no nos sentiríamos culpables si no supiéramos que, de alguna manera, son inferiores a nosotros. Es por eso que tratamos de ayudarles con ahínco en la más torpe sobrecompensación, es por eso que, en el fondo, no les tratamos como a gente normal, que –de alguna manera– somos conscientes de la profunda diferencia existente entre ellos y nosotros y que nosotros, los que estamos por encima, debemos hacer algo para mitigar el efecto que produce la vida misma que se torna cruel repentinamente. Pero no son víctimas en poder de otros hombres, son sólo personas que viven únicamente porque la ciencia lo permite. Y no obstante siempre nos queda claro, como una astilla clavada en nuestro modo de procesar la información, que ellos debilitan a la raza humana. Que, si tienen descendencia, sus genes serán transmitidos y que esto nos doblegará o al menos hará que avancemos con una mayor lentitud y llevando una carga en nuestro camino.
Los pueblos fuertes se deshacen de aquellos individuos que resultan perjudiciales a través de diversos medios en todos los ámbitos: en el terreno de la justicia podemos encontrar prisiones o condenas más o menos severas, en términos de salud mental hallamos centros psiquiátricos con una política de visitas endeble y poco dada al sentido del humor, en términos de simple salud social, barriadas enteras de gente que muchos otros han considerado indeseables, ya sean drogadictos, okupas –con “c” o con “k”– o sin techo.
Con respecto a los minusválidos hablar de castración o de reclusión es sin duda una barbaridad, pero permitir un nacimiento que obviamente va a debilitar a la especie entera a largo plazo a expensas de la calidad de vida de numerosos individuos, no es sino una insensatez, sobre todo teniendo en cuenta que, en muchos casos, los padres tendrán que cargar con los problemas de sus hijos y el gobierno destinará cantidades ingentes de dinero a ayudar a quien, también en bastantes casos, no tendrá una existencia digna.
Lo que sugiero y propongo es una medida algo más moderada: no salvarlos, no invertir medios en ellos, permitir que el mundo se llene de una vida que no va a sufrir así. Y hacernos un favor a todos porque lo que nos jugamos no se puede medir en términos de una vida humana llena de egoísmo. Hablamos de una especie entera que debe mejorar.

12 comentarios:

  1. escribes muy bien y comentas mejor
    un abrazo

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    1. Muchísimas gracias por tu comentario, es todo un halago y un impulso para seguir mejorando. Además y si te digo la verdad, espero que algún día se inviertan los términos y que digan de mí que comento muy bien y escribo mejor, hasta entonces paciencia. De momento intento hacer literatura digna de comentar… aunque ya se verá si lo consigo. En cualquier caso confío en seguir viéndote por el blog.
      ¡Un abrazo! ^_^

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  2. No sé si te entendí, Jorge, hoy estoy muy cansada y no tengo ganas de debatir, no me dan las neuronas, tal vez me sienta minusválida, pero de tu texto me quedó una sensación drástica, que no me gusta.
    Un abrazo.

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    1. ¿Te ha dado miedo, Mirella? ¿Has dudado de quién era yo, aunque sea por un momento? ¿Se han cruzado mensajes contradictorios en tu cabeza sobre el autor? ¿No has podido evitar sentir cierto asco mezclado tal vez con la lástima al leer estas ideas? Porque si las respuestas son afirmativas o cercanas al sí, he escrito un buen texto. Esto sigue siendo un blog literario y si luego me dicen que los escritos de terror relatan desencuentros en casas encantadas, hombre, no lo negaré, pero esta línea de pensamientos resulta más ominosa por la pátina de realidad que la recubre o, al menos, de verosimilitud. Tiene la forma de un artículo de opinión y, al menos a mí, me acojona. Sin embargo quisiera aprovechar para decir un par de cosas, una es que no conviene olvidar aquella máxima de Volteire que dice "no estoy de acuerdo con lo que dice usted, pero daría mi vida para defender su derecho a expresarla" y lo pongo en francés que queda más hipster, "Je ne suis pas d'accord avec ce que vous dites, mais je me battrai jusqu'à la mort pour que vous ayez le droit de le dire". Otra cosa es que los minusválidos son personas con ciertas necesidades y, como personas que son, algunos son muy buena gente y otros unos cabrones egoístas. También quiero aclarar que yo mismo soy minusválido, antes de que algún cretino se me lance al cuello y repito: son gente normal, así que hay gilipollas entre ellos. Y necesitamos ayuda, no lástima, que es verdaderamente fácil detectar a quien te ayuda porque es una persona ante otra, y a quien te ayuda porque si no, se sentiría culpable (no creo que los malos sentimientos y una especie de castigo divino conlleven nada bueno). Nunca me he considerado distinto por mi minusvalía, siempre me consideré distinto porque soy más raro que un perro verde. De hecho en mi casa se trata el tema con tanta normalidad que mi hermano mayor puede llamarme "tullido de mierdda" mientras nos reímos porque para mí no es nada especial igual que yo le llamo "puto gordo" (aunque para ser francos ya no está gordo y la cosa tiene menos gracia). Mi minusvalía es visual, para más señas, no puedo conducir pero sí leer o jugar a videojuegos (tengo una suerte enorme) y en los modos de multijugador de los videojuegos de acción empleo mi inteligencia allí donde no llega mi vista (y mi vista llega a bien poco). No hago malos números. Sinceramente, creo que el Mein Kampf debería estar en los colegios, pocos textos debe haber en este mundo tan dados al comentario ético. Podemos tener miedo de estas ideas, pero en realidad son sólo ideas (y claro que te pueden matar, qué le vamos a hacer), pero se puede discutir sobre ellas y no creo en la censura. Y no creo que alguien que estuviese tan mal de lo suyo como para escribir algo así debiera ser censurado de ningún modo (aunque me parezca una aberración y vaya directamente en contra de mis intereses). Tenemos argumentos, podemos emplearlos. La censura se parece demasiado a lo contrario, se parece demasiado a estas ideas que he escrito arriba. Me reafirmo en la libertad de expresión, me da igual adónde llegue. Si no tenemos libertad para expresar nuestras ideas, no tenemos casi nada que merezca la pena conservar. Las ideas, al fin y al cabo, van y vienen. La libertad no tiene sentido si está acotada, no tiene sentido decir que hay libertad de expresión sólo si están en concordancia con lo "políticamente correcto". Soy un rebelde, Mirella, en mi mundo ideal, me rebelaría contra el sistema y sus valores, por más abierto que éste fuera.
      ¡Un abrazote! ^_^
      Y perdona por el susto, pero de eso iba el juego.

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    2. Guauuuu... me has matado con tu respuesta. Mientras la leo te voy contestando, para no perderme.
      Claro que dudé de vos, sentí rabia y me dije ¿estoy entendiendo? Era un día en que andaba algo decaída fisicamente y el texto me pegaba más porque estaba MINUSVALIDA. Escribiste un buen texto, un jodido buen texto y por supuesto es mucho más tremendo que el terror y la ciencia ficción.
      No recordaba la máxima de Voltaire y coincido plenamente con la libertad de expresión, sólo que no siempre siento ganas de debatir. Será porque actualmente hay un despliegue de juegos dialécticos pero en realidad la mayoría no escucha al otro, sólo a sí mismo. No lo digo por vos, sino es un resultado de mi experiencia y de la observación.
      Jodidos hay en todos los ámbitos: sanos y enfermos o con minusvalías, eso no es novedad. A veces los sanos muestran una gran soberbia, como si creyeran que nunca les pasará nada.
      Yo soy muy frágil de salud y con una tendencia enorme a enfermarme, por eso, quizás, siento empatía por el que tiene problemas físicos o emocionales. También fui la rara de la familia, por mi afición al arte, a la experimentación, a la lectura. Me acostumbré a ser distinta porque hay demasiadas cosas que ya no comparto con el mundo y esa libertad interior tiene su precio: cierta soledad y, a veces, sentir que tengo poca pertenencia. Pero no me importa.
      Me alegra profundamente que tu texto haya sido un experimento y no una convicción tuya. Igual hubiera seguido leyéndote, ahora al conocer cosas tuyas, lo haré con mucho interés. No es que antes no lo hiciera, pero se me ocurre que si tu punto de vista hubiese sido el que expusiste en el escrito, algo se hubiese empañado, porque te aprecio.
      Un abrazote, Jorge.

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    3. El aprecio es mutuo, ya lo sabes. La verdad es que incluso perdí a un seguidor que debió de leer el texto espantado, pero pensé que evidentemente había hecho un buen trabajo. En realidad los argumentos son muy endebles, es como un análisis panfletario barato, nada difícil de derribar dialécticamente, pero me parece muy normal que alguien se pueda sentir tan indignado que llegue al punto de marcharse, lo cierto es que con los fanáticos no se puede discutir y las posturas, cuanto más extremas son, más cerradas se tornan. La verdad es que no dejo de pensar en la educación española, no sé cómo será por tus tierras, pero aquí el sistema es puramente productivo, industrial: repite lo que se te dice que repitas, haz tu trabajo. Creo que las enseñanza debería ser creativa, creo que debería apuntar hacia la crítica de la información que nos rodea y a la utilización de los recursos de que disponemos con inventiva, a un modelo en el que el alumno se da forma a sí mismo y da forma al mundo y no al revés. En países como Francia o Finlandia el modelo es mucho más humanista. En España lo importante es la memorización de la teoría, tal vez un acierto en la época industrial, pero un disparate en la incipiente era digital en la que el recurso más preciado será nuestra mente.
      ¡Un abrazo, Mirella! ^_^

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  3. Yo lo leí sabiendo ya de antemano de qué se trataba (he jugado con ventaja), aunque admito que tampoco me lo hubiese creído (¿¡estamos locos!?). Hoy lo he vuelto a leer y veo bastante claro tu juego, aunque a primera vista, cabrea. Cabrea mucho jaja.
    Hace un par de años escribí un relato sobre el maltrato, desde el punto de vista del maltratador. Ya puedes adivinar que me crucificaron. Pero lo cierto es que era algo, como dices, literario. Y joder, me encantó escribirlo.
    Defiendo la libertad de expresión, pero creo que no debiera traspasar el respeto hacia los demás. Y no puede caberme en la cabeza ese desprecio, y sin embargo, no hay que mirar al pasado para ver que cada día este pensamiento gana terreno en tantos lugares de algo que llamamos civilización.

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    1. El respeto a los demás es muy importante pero hay mucha gente que confunde el hecho de sentirse personalmente ofendida con el respeto que se le debe. Es muy respetable que yo de mi opinión aunque sea una barbaridad como también lo es que tú pienses que soy un gilipollas. Lo que funciona peor es que yo diga una salvajada y tú pretendas censurarme arropándote de una superioridad moral que podemos situar en el bien común, en lo políticamente correcto, en lo bueno, etc. El texto me parece una locura, pero aun así defiendo su expresión (no su contenido, evidentemente). No puede ni podrá jamás haber libertad de expresión cuando una supuesta libertad tiene que coincidir con ciertos criterios, sean estos cuales sean (aunque sean los mejores). No es cierto que haya libertad de expresión si ciertos contenidos se consideran censurables porque van en contra de la libertad, por ejemplo. Es sólo una trampa, una falacia y no funciona demasiado bien. La libertad cercenada es sólo poder en manos de un grupo ideológico, el hecho de defender algo porque conviene a mis intereses o porque yo estoy dentro de un grupo que se ve beneficiado no es sino pervertir lo que significa la verdadera libertad. Con las mismas te digo que, hombre, alguien puede defender matar a ciertas personas o a un cierto colectivo de ellas, pero no creo que debamos argumentar el asunto diciendo, por ejemplo, que el asesinato es un crimen. Si alguien defiende la muerte con argumentos y nosotros, también con argumentos, no podemos plantear algo mejor, estamos jugando fatal nuestras cartas.
      Con eso y con todo, el mundo es mucho más seguro y civilizado ahora que hace mil quinientos años.
      ¡Un abrazo, miss Carrousel! ^_^

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  4. Seguro que recuerdas los documentales de la 2 o el canal Historia, en los que se comenta que los nazis llegaron a poner en práctica la castración, química, si no me equivoco, y reclusión, con las personas que sufrían distintas deficiencias. Por lo visto fue bastante notorio con aquéllos que padecían deficiencias mentales. Creo que a algunos llegaron a matarlos, pero de eso ya no me acuerdo muy bien.

    Nótese que he usado el término deficiencia, ya que éste se refiere a incapacidad de uso o mal funcionamiento de un órgano del cuerpo incluyendo las que afectan psicológicamente o físicamente.

    Discapacidad implica restricciones a la hora de realizar acciones, o la imposibilidad misma de realizarlas, claro. Es decir, es la consecuencia de la deficiencia. En nuestro caso esa discapacidad se ve reducida por el uso de gafas/lentillas.

    Por su parte minusvalía indica una desventaja social. Limitaciones o imposibilidad en la toma de los roles que se le presuponen al sujeto en cuestión en función de género, edad, y su situación sociocultural. Es decir que se trata de la vertiente más social del asunto.

    Lo gracioso es que no todas las personas con una deficiencia sufren una discapacidad ni todas las que tienen una discapacidad tienen una minusvalía.

    En general se usan indistintamente los tres términos, yo mismo soy un ejemplo de ello. Pero me ha dado por desempolvar los apuntes de la carrera, aunque al final me aburrí de buscar ahí y me decidí a buscar en internet... Doy bajón...

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    1. ¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!! Esto… perdona, ¿qué decías?

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    2. Claro que es interesante, Iñaki. Venga, no jodas.
      Unos cachondos los nazis, no fuera que la teoría no les cuadrase, pobres. Es un canteo contemplar atónito lo que ocurre cuando una teoría usurpa el lugar de la realidad. Mola, aunque hay casos que no tienen ni puta gracia.
      Me da a mí que lo gracioso de las categorías es cómo limita a la gente. Me acuerdo de que una vez comenté el tema de la minusvalía con una chica majísima en la facultad que se llamaba Alba, era de filología árabe, creo, espero no estar patinando, pero hace ya tiempo y no me acuerdo bien de esos detalles, tengo claro algunos grupos de música que le gustaban (bueno, al menos uno). Pero vamos, que me estoy yendo por las ramas. Hablamos que era fácil diferenciar a la gente que al relacionarse con un minusválido lo hacía con naturalidad, como alguien que está ante otra persona, y la gente que se sentía cohibida de alguna manera y tenía reacciones, ya fuera por exceso o por defecto, que lo delataban. La verdad es que eso no importa tanto como el hecho de que la mayoría de la gente desea ayudar, sea por los motivos que sea. No sé, era divertido hablar con ella.
      Creo que a todo el mundo le hace falta ayuda de vez en cuando, sólo es una diferencia de grado, nada más. Y volviendo al tema de las ideas sustituyendo a la realidad, por otra parte hay gente que piensa que sufrir le hace a uno mejor persona, y yo creo que sufrir le hace a uno sufrir.
      Hala, pringao, para que veas que claro que creo que tu comentario es interesante.
      Un abrazo, payaso! ^_^

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    3. Hombre eso de que sufrir te hace mejor persona es algo que siempre ha vendido la Iglesia desde hace siglos. La mayor figura que representa eso es Jesucristo.

      ¿Sabes? Hace poco leí un texto que comentaba que en los evangelios apócrifos, de los que la iglesia reniega porque no le beneficia, al menos en uno de ellos, se dice que quien murió en la cruz fue Judas, el que supuestamente le traicionó (y no hizo tal cosa), lo que Judas hizo fue salvar a Jesús sacrificándose en su lugar. Lo que es bastante verosímil y tal. Así luego Jesús pasaría tres días escondido y eso.

      Lamentablemente no recuerdo dónde lo leí...

      En cualquier caso los evangelios que la Iglesia toma como referencia fueron escritos siglos después de lo sucedido y los datos entre los 4 evangelios no casan.

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