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Sí, caballeras y caballeros, conservo escrupulosamente unos estándares de baja calidad a los que me debo.

sábado, 13 de febrero de 2016

Cambio punk


Cambio punk:

Eras muy pequeño y querías unas botas en un supermercado, tu mente fue mi boca, mi boca fue tu deseo, las botas, de chica.
Había tantos problemas a tu alrededor que pusiste tu dedo índice de niño sobre mis labios, ahora no, un problema más no, por favor, dijiste. Yo me aparté.
Cuando te acostabas pensabas que algún día amanecerías siendo una niña, pero ese Dios en el que nunca llegaste a creer se había equivocado de cuerpo. Podías encerrarte, no salir, para no tener que fingir ni sufrir.
La infancia sólo dura un tiempo y tampoco fuiste feliz.
Adolescente que fuma y besa y descubre como si nunca ignorara, retando al mismo desafío, tú hablabas de mí en algunas ocasiones. Pero eras un adolescente y lo sabías todo de la vida. Y yo era imposible.
“Deja de hablar como una chica, no actúes así”, te dijo. Sólo me permitiste salir una vez. Ella quería tu sexo. Y tú la querías a ella.
Durante tus veinte pensaste que podías arrebatarme la voz. Te musculaste, era como tatuarse para ocultar la piel. Te pasabas el día follando –sólo tu género estaba fuera de lugar–, luchando por olvidarme, cayendo en errores y en una idea deformada de lo que era masculino. Los hombres hubieran querido tener tu cuerpo desnudo, hubieran querido tener esa fortuna anatómica entre las piernas y sentirse más hombres. Tú sólo te sentías solo y no sabías darles término a tus adjetivos.
Aunque de ese modo no tenías que enfrentarte a toda esa gente que, queriéndote, no te hubiese comprendido con facilidad. Porque querer ser una mujer es una completa locura y ésa no era tu situación: tú eras una mujer.
Hubo un tiempo en que a la gente como tú se la veía a través de la espiral del trastorno.
Sin embargo tu cuerpo es la habitación acolchada, tus ideas, la camisa de fuerza.
Y tú y yo encontramos el tiempo crepitando, llenándose de olvido cuando la negación se sabe sin lugar llorando la memoria y acumulando suspiros pasados y futuros. La esperanza juega a esconderse en los ojos que miran, han transcurrido los años y cada vez cuesta más retenerme en tu interior porque ya no puedes pensarme muda. Los hijos no nacerán de tu luz y tus caderas serán un cuento de buenas noches. Pero ahora tengo tu palabra en mi poder, estoy fuera para combatir a tu lado y te hago la única pregunta que cabe hacerse en esta vida: ¿tus días te han hecho mejor persona, más feliz?
He venido hasta aquí para ganar esta batalla, nunca más voy a ocultarme y tú vas a transformar el destino en tu estandarte.
Así que, hagas lo que hagas, SÉ TÚ MISMA.
Te vas a dejar los huevos intentándolo, créeme.

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