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Sí, caballeras y caballeros, conservo escrupulosamente unos estándares de baja calidad a los que me debo.

domingo, 1 de octubre de 2017

Los sueños del agua


春夏秋冬奏でて 明日を行く旅積み重ねて
気付けばあなたと 夢の果てまで
Toco los acordes de las cuatro estaciones
los viajes por venir no paran de llegar
y sin darme cuenta
estoy contigo hasta el fin de los sueños
NUJABES

Los sueños del agua:

Imagínate imaginada y, entonces, rememora. Y ve hacia atrás y Hacia adelante, las palabras no pueden tocarte y eres preciosa se esfuma. Nos dirán que volvamos al colegio para hacernos aburridos y conocer sólo un par de respuestas estériles mientras mendigamos un lugar para morir. Madura, que son dos días.
El molino de viento gira con un beso.
Sin embargo las lunas, descreído el después, a cada lado cuando los cubos desaparecen, en cada esquina detrás del tren no hay parada y las escaleras son sólo atajos para más escaleras, lo entiendes. La búsqueda es estática del televisor y en lugar de bocas hay cremalleras, un altavoz nos cuenta el silencio del alma y el cambio nos engaña con su cántico a las sonrisas que existen.
La Guardiana del Agua da un toque con su bastón en el suelo: el sonido vacío de quien desea una hoja en una rama de primavera o introducirse en un río sin romper en el agua.
El libro sagrado en el mundo de los sueños comienza con un solemne: “No hay verbo” que se sabe naufragando en todas las alegrías sin labios porque penden del significado más vacío. El verano ha conquistado las espirales y el camino se eleva en reverencia a cada paso que da Tikal, cáscaras en la nevera, flores en el campo, la dulzura como espejo y el olor de las naranjas sobre la piel que quiere chocolate.
–La bondad es un remo en el agua –dice Tikal sonriendo.
–¿Un error de perspectiva? –pregunta el remo.
–¡También! –contesta Tikal entusiasmada–. No había pensado en eso… Hablas pero no te ahogas, ¿no es increíble?
–Soy un pedazo de madera –y no podía encogerse de hombros, claro.
El sendero se bifurca y Tikal no se decide, así que se decanta por ambos caminos cuando el agua se hace tierra y sus pies descalzos se cubren de arena, el imán de la humedad la seca bajo el sol y Tikal se convierte en una carrera con las manchas de un guepardo.
Los anhelos se desploman porque el dibujo no brilla, garabatos en la podredumbre de una camiseta gastada, una mueca afeada y una sonrisa por detrás. Ella se quita eso de la cara y lo contempla, papel arrugado y crujiente, el derrumbe de las creencias es un acorde en la fantasía. Arroja el paisaje ante sí como extendiendo un mantel, el olor del pan recién hecho llena su cabeza y las nubes no encuentran sitio en el cielo despejado. Los árboles le dicen el mundo, ¡las palabras vuelven a la boca! Y Tikal va gritando, ¡pajarito, parajito!, las alas se deshacen en el y de cualquier cosa, y va deslizándose sobre el cosquilleo de sus labios esa miel de la que están hechos los signos de interrogación.
Da vueltas y se deja caer sobre el mundo, y deja de haber límite entre hierba y piel.
Sé adulta, ten respuestas, coge un buen puñado, ¿quieres más?, toma más, por favor. ¿Quieres más? El espectáculo es obsceno pero, al fin y al cabo, son placeres de mentira a manos llenas: conceptos muertos, ideas que otros parieron.
–¡Las respuestas tienen mala cara! –exclama la alegría de Tikal–. ¿Creéis que se pondrán bien? –dice colgando del color blanco. Semblante con sabor a azúcar moreno, la risa divertida del misterio al saberse círculo.
La curiosidad resuena como una caña hueca y el eco se pone en pie, en la cima de todas las montañas, sólo para fluir por una Tikal rodando por la ladera verde de su sonrisa.
El molinillo de papel gira con un beso de cariño.
Y es que, en el fondo, todas las letras saben a lo mismo.


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